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HugoPacheco - A la Conquista de Un Sueño

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El Tazón de Madera... PDF Imprimir Enviar a un Amigo por E-Mail
Escrito por Administrador   
sábado, 27 de diciembre de 2008
El Tazón de Madera...
El Tazón de Madera...

El abuelo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro  años.

Se mudó de casa. Estaba solo y deseaba compartir sus ultimos dias.

Los años no pasaron en balde y ya las manos le temblaban.

La vista era torpe y los pasos no eran tan fuertes como hace unos  años.

Toda la familia comía junta en la mesa. Pero las manos temblorosas y la vista enferma del abuelito hacian del alimentarse un asunto difícil.

Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, no era difícil que se derramara la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación:

"Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo.

"Ya he tenido suficiente y estoy muy harto de esta situación. "Derrama la leche; hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor; pasaban los dias y el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como ya había roto varios platos, su comida era servida en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían
ver una lagrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.

Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran frías llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el Papa observo que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.

Le pregunto suavemente: "¿Que estas haciendo?"

Con la misma dulzura el niño le contesto:

"Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mama para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos"

Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que  quedaron sin habla.

Las lagrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.

Por el resto de sus dias ocupo un lugar en la mesa con ellos.Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse mas cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

 

Modificado el ( sábado, 27 de diciembre de 2008 )
 
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